Todavía...
Todavía existen esos árboles que antaño rociaban ese dulce y cómplice sabor en nuestros labios. Sin proponérselos sacudían sus ramas y nos vestían las risas.
Todavía existen aquellas palomas extrovertidas e intrometidas que volaban sobre nuestros lozanos sueños y bailaban sobre nuestras dormitadas tristezas.
Todavía existen aquellos caminos sinuosos, llenos de sorpresas y rocíos, caminos ondulados de excelsas efusiones. Caminos orientados al reflejo de tus ojos en los míos.
Esos árboles, esas palomas y esos caminos existen todavía...
Y si las conjeturas son correctas y el sentido común me ampara, yo también existo... melancólico, con la mirada dormida y las esperanzas despiertas, abrazando aquellos árboles, contemplando aquellas palomas, y recorriendo sinuosos caminos,
conmigo
y sin ti.