Estaba el fama una tarde noche...

Estaba el fama una tarde noche sumamente apurado en línea recta cuando de pronto se tropieza con una esperanza. La esperanza quieta en la esquina, sentadita en el cordón de la vereda, al ver al fama se paró de golpe y lo miró fijo, sin decirle nada.

El fama no quería perder su tiempo, pero la esperanza no quería perder sus ganas, así que lo tomó del brazo y lo sentó encima de una hormiga. El fama estaba apurado pero no se negaba.

Daba lo mismo la esperanza, el apuro o la hormiga puesto que a ninguno de ellos conocía.

Mientras la esperanza se tapaba la boca para no toser alelíes un cronopio vestido de rojo jugaba en la otra punta a ser semáforo. Si se cansa, se quita la ropa y todo avanza como antes. (Cuando los cronopios juegan a ser semáforo los famas se irritan y las esperanzas no pueden evitar mirarlo y sonreir).

En el momento que el cronopio se desnuda, el fama continúa su viaje en línea recta y la esperanza se sienta nuevamente en el cordón de la vereda contemplando su innumerable colección de apuros y hormigas muertas...